martes, 30 de octubre de 2012
martes, 29 de noviembre de 2011
miércoles, 23 de marzo de 2011
Ay, democracia. Javier Krahe
Me gustas, Democracia, porque estás como ausente
con tu disfraz parlamentario,
con tus listas cerradas, tu Rey, tan prominente,
por no decir extraordinario,
tus escaños marcados a ocultas de la gente,
a la luz del lingote y del rosario.
Me gustas, ya te digo, pero a veces querría
tenerte algo más presente
y tocarte, palparte y echarte fantasía,
te toco poco últimamente.
Pero, en fin, ahí estás, mucho peor sería
que te esfumaras como antiguamente.
Los sesos rebozados de delfín
que Franco se zampaba en el Azor
nos muestran hasta qué grado era ruin
el frígido y cristiano dictador.
Fue un tiempo de pololos, tinieblas y torturas...
volvamos al aquí y ahora
donde tú, Democracia, ya sé que me procuras
alguna ley conciliadora,
pero caes a menudo en sucias imposturas,
fealdades que el buen gusto deplora.
Como el marco legal siempre le queda chico,
y a eso el rico es muy sensible,
si tirando, aflojando, empleando un tiempo y pico,
se hace un embudo más flexible,
que tú apañes la ley a medida del rico
al fin y al cabo es muy comprensible.
¿Pero qué hay del que tiene poca voz,
privado de ejercer tantos derechos,
porqué al nudista pones albornoz,
qué hay de los raros, qué hay de los maltrechos?
Y tus representantes selectos, Democracia,
tus güelfos y tus gibelinos,
cada día que pasa me hacen menos gracia,
sus chistes son para pollinos.
A enmendar tus carencias te veo muy reacia
y están mis sentimientos muy cansinos
y como ya me aburre decir continuamente
"eso no estaba en el programa"
no cuentes con que vaya hacia ti cuatrianualmente,
no compartamos más la cama,
vamos a separarnos civilizadamente.
Y sigue tú viviendo de tu fama.
Cuando veas mi imagen taciturna
por las cívicas sendas de la vida
verás que no me acercan a tu urna.
No alarguemos ya más la despedida.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Me voy
Tú, me miras y ya se que va a pasar,
y ahora quisiera yo volver atrás,
no comprendo como ha podido ser,
lo hemos cuidado y aún así ya ves.
Yo, que ya no se ni hacia donde mirar,
que en cualquier lado hay un recuerdo más,
escucho lo que tienes que decir,
y todo suena mal.
No sé si tengo que pedir perdón,
no sé si tengo que decirte que soy un cabrón,
pero parece ser que ésto no dura una eternidad,
como yo te hice pensar.
Mi piel gallina no contesta al verte llegar,
mi boca ya no te busca al despertar,
y aún así te quiero pero...
Tú, que siempre te reiste de esos que
siguen con sus historias sin saber muy bien por qué, me tendrás que entender.
Yo, cansada de escuchar que se acabó,
aún sabiendo que quizá es lo mejor,
se me ha parado todo alrededor,
y me quedé sin voz.
No se que decir, no se que contestarte,
no se si toca besarte, acariciarte o marcharme,
recojo mis botas, mis libros, mi cepillo de dientes, mi vida, mi abrigo y me voy, me voy, me voy.
Me voy, me voy, me voy.
Conchita
y ahora quisiera yo volver atrás,
no comprendo como ha podido ser,
lo hemos cuidado y aún así ya ves.
Yo, que ya no se ni hacia donde mirar,
que en cualquier lado hay un recuerdo más,
escucho lo que tienes que decir,
y todo suena mal.
No sé si tengo que pedir perdón,
no sé si tengo que decirte que soy un cabrón,
pero parece ser que ésto no dura una eternidad,
como yo te hice pensar.
Mi piel gallina no contesta al verte llegar,
mi boca ya no te busca al despertar,
y aún así te quiero pero...
Tú, que siempre te reiste de esos que
siguen con sus historias sin saber muy bien por qué, me tendrás que entender.
Yo, cansada de escuchar que se acabó,
aún sabiendo que quizá es lo mejor,
se me ha parado todo alrededor,
y me quedé sin voz.
No se que decir, no se que contestarte,
no se si toca besarte, acariciarte o marcharme,
recojo mis botas, mis libros, mi cepillo de dientes, mi vida, mi abrigo y me voy, me voy, me voy.
Me voy, me voy, me voy.
Conchita
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Rituales de Civilización. Carol Duncan
Carol Duncan nos muestra su propia visión del Museo, ésa que identifica al museo como un gran centro ritual, donde cada uno realiza al visitarlo su liturgia personal. El visitante realiza un itinerario marcado, ya sea por él o por la Institución, que lo obliga indistintamente a cumplir una serie de pasos establecidos y al tiempo unas reglas determinadas.
Similar a lo que se espera del peregrino, se espera, pues del visitante: del primero se anhela que al llegar a Santiago realice el ritual del abrazo al Apóstol; del segundo que al llegar al museo del Prado, se dirija a Las Meninas. Con ello queremos decir que aunque instituciones de diversas índole, todas ellas tienen unas pautas comunes que el “iniciado” debe cumplir, ya sea en su totalidad o en las medida de sus posibilidades, pero siempre cumpliendo unas normas determinadas.
En cuanto al origen de las colecciones, éstas nacen de forma muy diferente y con una identidad característica. Pero lo que permanece actualmente, es el sentimiento de cohesión que produce en las sociedades que las poseen. Ya no es sólo la bandera y el himno lo que identifica a una nación, sino también sus Museos, que son portadores de una identidad nacional.
Y no solo eso, se convierten en símbolo de una cultura que pretende ser para todos, símbolos del mito creado con la Revolución Francesa, de la Igualdad. Si ante la sociedad, ante la economía,…, ante el mundo no somos todos iguales, sí lo somos ante las imágenes en el Museo. Mentira, eso solo es Panem et circenses para el pueblo porque acaso, ¿Todos somos iguales ante las piezas, todos somos capaces de entender y vivir ese ritual? No, no somos iguales en cuanto a nuestras posibilidades de haber alcanzado el conocimiento que nos permite vivirlo plenamente.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Bibliotheca Artis: Tesoros de la biblioteca del M. del Prado
Como la Pintura así es el Libro
Esta exposición muestra las “piezas más sobresalientes de la colección que atesora la Biblioteca del Museo del Prado”[1] o como el propio nombre de la exposición dicta, sus Tesoros, centrándose por un lado en los hitos que marcan la actividad artística desde el Renacimiento al s. XVII, en el tratado de arquitectura como una tipología propia y una última parte a los libros como instrumentos de trabajo e inspiración.
La propia denominación de la exposición nos marca el canon que sigue la misma, que ha convertido al libro en objeto artístico, adjudicándole los mismos criterios expositivos que a éste.
Es decir, en esta exposición el libro ha dejado de ser tal para convertirse en obra, pierde su esencia puesto que no podemos observar más que esa página que es abierta por el comisario, nos está prohibido ver su contenido, acercarnos a él, olerlo…Nos están vetando la esencia del libro.
El libro se ha convertido en el Tesoro medieval, en el cuadro renacentista dentro de una Galería, ha abandonado la Biblioteca donde es leído, donde sus páginas se abren para mostrarnos otro mundo,…para convertirse en un ser estático, abierto al libre albedrío del comisario, para que sea observado igual que la Anunciación del Greco.
Vivimos en un mundo en donde todo, se ha convertido en musealizable, no solo las propias piezas del museo, sino también las de la Biblioteca. La exposición pretende remitirnos a esas Bibliotecas donde convivían libros y obras de artes, a esa Biblioteca de Alejandría,…Pero obvia lo más importante: que allí los textos estaban para ser leídos, no para ser admirados.
En nuestra afán de querer conservarlo todo vamos dejando marchar la esencia de todo lo conservado, por ello, ¿Qué nos queda? Nada, objetos vacios de contenido, porque acaso, ¿no es eso un libro que no puede leerse?
La propia denominación de la exposición nos marca el canon que sigue la misma, que ha convertido al libro en objeto artístico, adjudicándole los mismos criterios expositivos que a éste.
Es decir, en esta exposición el libro ha dejado de ser tal para convertirse en obra, pierde su esencia puesto que no podemos observar más que esa página que es abierta por el comisario, nos está prohibido ver su contenido, acercarnos a él, olerlo…Nos están vetando la esencia del libro.
El libro se ha convertido en el Tesoro medieval, en el cuadro renacentista dentro de una Galería, ha abandonado la Biblioteca donde es leído, donde sus páginas se abren para mostrarnos otro mundo,…para convertirse en un ser estático, abierto al libre albedrío del comisario, para que sea observado igual que la Anunciación del Greco.
Vivimos en un mundo en donde todo, se ha convertido en musealizable, no solo las propias piezas del museo, sino también las de la Biblioteca. La exposición pretende remitirnos a esas Bibliotecas donde convivían libros y obras de artes, a esa Biblioteca de Alejandría,…Pero obvia lo más importante: que allí los textos estaban para ser leídos, no para ser admirados.
En nuestra afán de querer conservarlo todo vamos dejando marchar la esencia de todo lo conservado, por ello, ¿Qué nos queda? Nada, objetos vacios de contenido, porque acaso, ¿no es eso un libro que no puede leerse?
[1] http://www.museodelprado.es/exposiciones/info/en-el-museo/bibliotheca-artis-tesoros-de-la-biblioteca/la-exposicion/
El Museo Imaginario. André Malraux.
“Hasta el s. XIX las obras de arte han sido la imagen de alguna cosa que existía o que no existía antes de ser obras de arte, (….) extraían de esa diferencia su razón de ser”
André Malraux.
André Malraux.
Hemos decidido partir de una de las ideas que Malraux presenta en el texto y que nosotros consideramos esencial y que por ello señalamos como título. A partir de ella pensamos que se puede ir más allá, llegando a afirmar que es el Museo quien crea las Obras de Arte ya que, al desposeer a las piezas de su función primigenia e incluirlas en su catálogo, las convierte en Obras de Arte.
Con el museo pues, aparece la Obra de Arte. Concepto que transforma la historia del arte por completo. De hecho, nos podemos atrever a afirmar que es el museo quien crea la Historia del Arte. Porque, si bien desde los inicios ha existido un deseo por conservar objetos, este no respondió siempre a unos valores estéticos ni artísticos[1], sino religiosos, como la adquisición de reliquias en la Edad Media, así como políticos – ideológicos, como es el caso de los tesoros griegos, las galerías de hombres ilustres modernas o los edificios religiosos.
Por tanto, es incontestable que nuestra relación con el arte se ha institucionalizado. Es la Institución la que crea la propia historia, separando las obras del mundo en el cual nacieron, y nos las devuelve, convertidas según un discurso determinado que él establece con la pretensión de mostrar una Historia del Arte, que como dice Malraux, nunca podrá ser completa porque siempre existirán muchas más piezas que las que caben bajo las paredes de estos grandes cementerios desprovistos de alma.
Sin olvidarnos de que ésta, que un día les otorgo identidad, ya fuese como objetos para la devoción, para el sometimiento, para la vanagloria de un rey, retratos para no caer en el olvido,…, tiene las puertas cerradas del Museo.
[1] A los que responden las piezas que un Museo alberga.
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