Atravesamos el umbral del museo, y enseguida observamos obras de arte en cualquier dirección. Pero no son obras de arte con mayúsculas, son simple forma, cuerpo, han sido deshumanizadas, han perdido su alma al ser arrancadas del lugar para el que fueron creadas y al cual complementan y el cual las complementa. Ese lugar les proporciona un quién, un cómo, un cuándo, y sobre todo un porqué de su existencia. El museo las convierte en simple recuerdo de lo que un día fueron, en cuerpos amontonados en salas, como un cementerio ordena a sus difuntos.
Nos sentimos sobrecogidos, todo lo bello creado por nuestros ancestros está ante nosotros, pero nosotros no nos deleitamos con esa belleza, ¿por qué? Quizás por el escaso tiempo del que disponemos en una sociedad que siempre tiene prisa; o quizá porque nunca estamos solos, nunca podemos ver la obra como nos gustaría; o quizá porque no somos capaces de saber a donde mirar, y que buscar, todo está ahí y a la vez nada está; quizá porque el museo ahora es una empresa; quizá porque solo vemos cuerpos sin vida; quizá,….
Sin embargo, es un hecho, a pesar de lo anterior que los museos no pueden desaparecer, son en el fondo un mal necesario para la conservación de todas aquellas piezas huérfanas. Si lo pensamos fríamente esa es la función de los camposantos, un lugar al que ir a orar por los que se han ido y en el que no disfrutamos. Por ello nos preguntamos ¿Por qué vamos al museo?, "¿a qué hemos venido?, ¿a adquirir cultura, a disfrutar o a cumplir un deber y
respetar una convención?" (T.W. Adorno)
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo... Un museo, por bien acondicionado que esté, por mucho esfuerzo que se invierta en él, no deja de ser un almacén en el que se recogen montones de piezas sacadas de contexto, que, desde luego, una vez fuera de su ubicación original no transmiten lo que en principio transmitían. Al menos el museo de El Cairo, por poner un ejemplo extremo, es un almacén en el que uno se puede perder y en el que las piezas por sí mismas no dicen nada, pues muchas no están ni etiquetadas; es una fusión entre un mercadillo y un museo.
El problema de sacar las obras del contexto inicial tiene una posible excepción, la de los cuadros, que sólo necesitan una pared para ser admirados, pero seguramente un cuadro del palacio de Aranjuez luce más en esa pared en particular que en una pared fría y aséptica de museo.
Como bien dices, los museos son un mal necesario, porque sin museos no habrían sobrevivido al tiempo y al saqueo muchas de las obras (irónicamente, la mayoría de las piezas de los museos provienen de prácticas dudosas que se pueden llamar también "saqueo" en muchos casos).
En fin, un tema peliagudo en el que siempre se enfrentan sentimientos, está claro.
Un abrazo y no dejes de escribir, niña ^^ a ver si quedamos en Letras para tomar un café un día de estos.
Ya volvi a escribir!!Tengo ganas de veros, esk ni por la facultad!!
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